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Comunicar más activamente la RSE: uno de los principales retos de la industria farmacéutica
"La falta de comunicación de las actividades en RSC de las compañías de la industria farmacéutica es, posiblemente, el fallo por el que no sea conocida en la dimensión que merece”. Así concluía su intervención el doctor Antón Herreros, director General de FUINSA (Fundación para la Investigación en Salud), tras la presentación del “I Informe Fuinsa, RSC e Industria Farmacéutica” realizado en colaboración con la Universidad Rey Juan Carlos I de Madrid.
El estudio puso de manifiesto el papel pionero de este sector en lo que se refiere a las políticas de RSC ya que, según informaba, “el 100% de los participantes llevaba a cabo este tipo de prácticas sin ser siempre conscientes de las actividades que realizaban”.
Las principales actuaciones que las compañías del sector farmacéutico llevan a cabo giran en torno a las colaboraciones con las administraciones sanitarias, las asociaciones de pacientes, las sociedades científicas y los profesionales sanitarios, según recoge FUINSA en su informe. Sin embargo, su compromiso social, medioambiental y laboral supera con creces las entidades nombradas.
En lo que se refiere al ámbito social, cabría destacar infinidad de actuaciones: donaciones de medicamentos, investigación de enfermedades, alianzas con ONG, campañas de vacunación en países en vías de desarrollo y un largo etcétera. La propia actividad de las compañías consta de manera natural de un componente muy importante de concienciación social porque, como muchas de ellas destacan, su mayor compromiso es investigar y descubrir fármacos que mejoren la salud y la calidad de vida de las personas.
Para Lilly, el principal proyecto de acción social es la alianza internacional MDR-TB o “Transferencia de Esperanza” de erradicación de la Tuberculosis Multirresistente. “Este proyecto trabaja en cinco ejes clave: formación a profesionales sanitarios, concienciación, prevención, ayuda a la comunidad, investigación y desarrollo de nuevos fármacos y transferencia de conocimiento a los productores locales para que puedan desarrollar los fármacos”, asegura Teresa Millán, directora de Asuntos Corporativos y RSC. Asimismo, a través del “Programa Nacional de Diabetes en el Sáhara”, Lilly hace entrega de viales de insulina para los diabéticos tipo 1 y 2 de los campamentos saharauis. En este sentido, la compañía ha creado el “Club del Voluntariado”, una agrupación gestionada por empleados que canaliza todas las oportunidades que puedan surgir de implicar a la plantilla de Lilly en causas sociales.
MSD dedica importantes esfuerzos a mejorar el acceso a los medicamentos a través de programas de gran alcance por los que no sólo dona sus fármacos, sino que también trabaja para hacer posible que lleguen a las personas que más los necesitan. Carmen López-Lavid, directora de Comunicación de la compañía, destaca la Asociación de Iniciativas de Control de Enfermedades, una colaboración con el Earth Institute de la Universidad de Columbia y otras organizaciones, para poner en marcha un proyecto de refuerzo de los servicios sanitarios para más de 400.000 habitantes de diez países africanos. En la misma línea se sitúan dos programas de vacunación, (uno destinado al público infantil con el soporte del Ministerio de Sanidad de Nicaragua y otro contra el cáncer de útero en los países en desarrollo) un proyecto de acceso global a las vacunas de MSD en países con bajos niveles de ingresos, el compromiso con la reforma sanitaria en China, o la educación de 5,4 millones de personas en la prevención del VIH.
Los pacientes y el personal sanitario son dos stakeholders básicos para Sanofi. “El año pasado realizamos varias acciones con asociaciones de pacientes: donaciones, sponsorización de eventos o formaciones, entre otros”, asegura Josep Catllà, director de Comunicación y Relaciones Corporativas de la compañía. Con la Federación de pacientes diabéticos de España han realizado proyectos de formación en prevención, promoción de hábitos de vida saludables, fomento de una alimentación equilibrada, etc. Además, Sanofi trabaja codo con codo con el sector sanitario. “Hay un proyecto que me gusta especialmente porque es una necesidad que hasta ahora no se había contemplado: el programa Alta Hospitalaria”, explica. Se trata de un proyecto de consenso entre todas las sociedades médicas responsables del informe de alta hospitalaria de los pacientes con el fin de elaborar un documento único. “Nos parece importante contribuir en este sentido para que sigan fácilmente su tratamiento, no sólo en cuanto a los fármacos sino también en lo que se refiere a hábitos, tipo de alimentación, etc”, destaca.
Uno de los proyectos más importantes de Janssen (Johnson & Johnson) en el área de la acción social es “Bridge to employment”, en colaboración con la Fundación Tomillo. A través del programa ayudan a los jóvenes en su puente hacia el empleo. “Son chicos entre 16 y 22 años, en riesgo de exclusión y con unas aptitudes académicas interesantes a desarrollar”, destacan Ramón Frexes, Antonio Fernández y Riqui Villarroel. A través del mentoring, unos 60 empleados de la compañía imparten clases de las materias que mejor dominan en función de las competencias desarrolladas en Janssen. Mediante este programa han conseguido que siete jóvenes hayan encontrado empleo en el área sanitaria. Asimismo, el proyecto “Impulso Solidario” también involucra a los trabajadores de la compañía: ellos depositan una cantidad de dinero en un fondo solidario y la empresa realiza un matching fund que va destinado a los programas que los propios empleados proponen.
La industria farmacéutica recibirá más aportaciones en I+D+I
Farmaindustria y los ministerios de Sanidad y Ciencia presentaron el pasado marzo el Plan Sectorial para la industria farmacéutica con el fin de impulsar el desarrollo de este sector en España. Según Farmaindustria, el proyecto se plantea como “una plataforma con participación de la industria que permita un desarrollo armónico estable con certidumbre de futuro”. Entre los siete objetivos identificados, cabe destacar el quinto: “impulsar la I+D+I biofarmacéutica en general y en especial, la dirigida a aportar soluciones o avances significativos en el tratamiento de determinadas patologías con planteamientos colaborativos público-privados.
Tras las medidas de ajuste adoptadas en el sector, el presidente de Farmaindustria, Jordi Ramentol, aseguró que la industria farmacéutica se siente identificada con los principios del Plan.
Boehringer Ingelheim invierte el 23% de las ventas del área de prescripción en investigación, esto es, 2.000 millones de euros aproximadamente. Además, disponen de más de 7.000 científicos repartidos en siete centros de investigación a nivel mundial. “Están muy especializados, cada uno de ellos se dedica a diversos focos de terapias”, apunta Santiago Culí, gerente de Comunicación y Relaciones Públicas de la compañía. Dedican esfuerzos a la investigación del VIH o de la Epoc, para la que disponen de Spiriva, el fármaco líder del mercado actualmente. Asimismo, están inmersos en una campaña de prevención del Hictus, el “Uno de seis”. La investigación les ha llevado a un producto que va a fomentar la prevención de la enfermedad. En este sentido tienen tres fundaciones: un instituto de patología molecular en Viena, un instituto de biología molecular en Meinz y una fundación dedicada al desarrollo de nuevas terapias, técnicas y medicamentos.
Grünenthal se sitúa actualmente como empresa líder en medicamentos de prescripción para el tratamiento del dolor en España. La compañía tiene un fuerte compromiso con la innovación y la investigación, invirtiendo cerca del 20% en I+D+I en 2010, con una previsión cercana al 24% en 2011. “Fomentamos la investigación a través de varias iniciativas como el Premio Fundación Grünenthal a la Investigación en Dolor o la Beca EFIC-Grünenthal”, explica Rosa Moreno, directora de Comunicación Corporativa de la compañía. La Beca se lanza a nivel internacional junto a la EFIC (European Federation of Chapters of the International Association for the Study of Pain) y es uno de los premios más importantes para proyectos de investigación clínica en el ámbito del dolor, dirigido a apoyar a los jóvenes científicos en esta área.
Asimismo, la Fundación Grünenthal en España ha firmado diversos convenios de colaboración con la Universidad de Salamanca y la Universidad de Cádiz, fundamentales en la estrategia de I+D de la compañía.
Un compromiso con la sostenibilidad y la ética
La industria farmacéutica tiene una estrecha relación con el medio ambiente. La cantidad de medicamentos que se utiliza diariamente en todo el mundo es incalculable, pero también lo es el volumen de los que, tras ser usados o quedar caducados, no tienen otro final que acabar en cualquier contenedor de basura.
Sin embargo, la industria farmacéutica española cuenta con un proyecto pionero en el ámbito del cuidado del medio ambiente: SIGRE, una entidad sin ánimo de lucro creada para garantizar la correcta gestión medioambiental de los envases y restos de medicamentos de origen doméstico. Constituida por la Asociación Nacional Empresarial de la Industria Farmacéutica (Farmaindustria), el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) y la Federación Nacional de Asociaciones de Mayoristas Distribuidores de Especialidades Farmacéuticas (FEDIFAR), persiguen dos objetivos: reducir los perjuicios medioambientales que los envases y restos de medicamentos pueden ocasionar a través de la prevención de los residuos de origen y el correcto tratamiento de los residuos generados, y favorecer la no acumulación de fármacos en los hogares sensibilizando al ciudadano sobre los riesgos sanitarios derivados del uso inadecuado de los mismos.
SIGRE coordina la recogida de los residuos de medicamentos a través de los contenedores específicos instalados en las oficinas de farmacia (Puntos SIGRE) donde los consumidores pueden depositar los fármacos que ya no necesitan.
Conscientes de que la actividad industrial y el ciclo de vida de los productos tienen un impacto real en el entorno, se sitúa Bayer, una de las empresas del sector más concienciadas en ese sentido. La compañía dispone del Programa Climático de Bayer, un plan de actuación a escala mundial que aúna todos los conocimientos tecnológicos de la empresa y que consta de objetivos ambiciosos para la propia producción e importantes inversiones en el desarrollo de procesos y productos respetuosos con el clima. “Sólo hasta 2010 ya fue prevista una dotación de mil millones de euros para esta causa”, apunta Susana Vilas, head of Corporate Communications de la compañía. Gracias a iniciativas como ésta, han conseguido reducir significativamente sus emisiones de CO2: desde 1990 hasta 2007 se redujeron en más del 37% y hasta 2020 esperan mantener las emisiones absolutas de CO2 al nivel de 2007. Además, aprovechando el programa a nivel local y con el fin de fomentarlo entre los empleados, han organizado diversas iniciativas en los centros españoles para concienciarles sobre la importancia de la preservación del medio ambiente.
La RSC para Novartis es también una cuestión de compromiso. La pirámide en la que se estructura contempla en primer lugar la correcta realización de su propia actividad y el cumplimiento con la normativa legal, ya que es lo que la sociedad les exige; y en segundo lugar, ir más allá de los estándares, asumiendo compromisos a través de códigos de buenas prácticas y adscribiéndose a pactos internacionales. “Nuestro Código de Conducta interno y la adhesión al Global Compact de Naciones Unidas son dos buenos ejemplos de la importancia que tiene para Novar tis cumplir como compañía”, apunta Montserrat Tarrés, directora de Comunicación Corporativa y RRII. Asimismo, destaca la Política de Civismo Empresarial de la compañía (Novartis Corporate Citizenship Policy), aprobada en 2001 para promover y proteger los derechos humanos. Cuatro años más tarde crearon la Oficina de Prácticas Empresariales (BPO) para facilitar que los empleados informaran de casos reales o sospechosos de mala conducta.
Cuidar la salud de la población y la del propio empleado
El compromiso de velar por la salud y la calidad de vida de la población en general empieza en casa. Es una filosofía compartida por muchas empresas del sector, lo que les ha valido constar entre las mejores compañías para trabajar en el ranking que ha elaborado este año el Instituto Great Place to Work. Una de las conclusiones que se extrae del estudio es que el sector farmacéutico es un buen lugar en el que trabajar: representa el 15% del conjunto de compañías que forman parte del listado.
El programa “MerckCares 4You” de Merck es un ejemplo de ello. La compañía realiza diagnósticos gratuitos a sus empleados sobre diversas patologías: alergias, enfermedades cardiovasculares, hipotiroidismo, etc. “Intentamos que los trabajadores sean los primeros en conocer nuestros productos y sus respectivas indicaciones, que tengan la información disponible en todo momento”, explica Ana Céspedes, directora Corporativa de la compañía. Además, cuidan especialmente el desarrollo y la formación de los empleados a partir de los seis valores de la organización. “Tenemos un programa, Merck Best Company Values, que a través de las votaciones de los propios empleados premia a aquellos que mejor los representan”, señala. Además, Ana Céspedes destaca la responsabilidad de la organización hacia los empleados en el proceso de integración que se realizó entre Merck y Sherono, ya que no desapareció ninguna de las sedes. “El liderazgo femenino también es importante: queremos contar con un 30% de mujeres en puestos directivos en cinco años”, concluye.
Sin embargo, el cuidado de los empleados, la gestión de los residuos y la investigación de nuevos fármacos que garanticen el bienestar y la calidad de vida de la sociedad deben ir acompañados de un mayor contacto directo con el ciudadano de a pie. Ana Céspedes de Merck reflexiona al respecto: “La gente no sabe cómo se desarrolla un medicamento, qué dificultades encontramos, cómo se produce la investigación clínica, etc. No nos hemos dedicado a contar lo que hacemos como sector y eso hace que no se nos conozca demasiado bien”.
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