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El Ying y el Yang de las farmacéuticas
Como viene haciendo con periodicidad la consultora PriceWaterhouseCoopers (PWC), ha publicado recientemente un extenso informe sobre qué es lo que puede sucederle a la industria farmacéutica mundial a medio plazo. Acaba de ver la luz el estudio 'Pharma 2020' en el que se analizan las oportunidades que tiene este sector de cara a la próxima década, pero teniendo en cuenta también las amenazas que deben sortearse en los próximos años si la industria quiere posicionarse con solidez en el escenario en el que actúan los modernos actores de la sanidad del siglo XXI. Sería algo así como el Ying y el Yang de un área que, con sus altibajos, al no ser coyuntural está para permanecer.
Después de muchos años de bonanza suprema, comunicando únicamente sus logros financieros para encandilar así al accionista, y teniendo muy poco en cuenta que el cliente final era el que consumía (el paciente) y acaso el que pagaba (las administraciones), al sector se le ha acabado el tiempo de las travesías cómodas. Llegan las turbulencias y -aunque cuando éstas cesen, se puede vislumbrar una singladura bastante más estable- toca ahora lidiar con cambios de calado que quizá no sepan realizar ciertas empresas.
El horizonte, pasada la tormenta, es en principio bueno. Por dos grandes motivos. El primero es porque el nicho de mercado en el que hay que trabajar está creciendo. Los países en vías de desarrollo han dejado de ser algo marginal como negocio, y las ventas pueden crecer en ellos, ya que casi todos se enfrentan a la necesidad de paliar la pandemia de enfermedades crónicas que los asolará.
El segundo es que aún quedan un montón de preguntas en biomedicina que no tienen respuestas. El cáncer sigue avanzando en todas partes y se necesitan fármacos más eficaces contra él. Las enfermedades neurodegenerativas -también sin tratamientos de nivel a día de hoy- atrapan a un porcentaje muy significativo de la gran proporción de ciudadanos que están llegando a la longevidad de más de ocho décadas.
Hasta aquí, de forma muy resumida, el ying de la cuestión. Hay necesidad, hay oportunidad, hay y habrá mercado para productos buenos.
La otra cara de la moneda, el yang, la forman las dudas sobre si las farmacéuticas conseguirán medicamentos nuevos que sean mucho más eficaces de los que ahora existen, y si estos podrán ser adquiridos de forma sostenible por aquél que tiene que pagarlos. En buena parte de los casos , es el gobierno quien los sufraga a través de los impuestos que aporta el ciudadano.
Los expertos opinan que hay que girar mucho el rumbo de la investigación y el desarrollo para lograr fármacos eficaces y eficientes en esta nueva época. Si no se modifican los formatos de los ensayos clínicos, si no se potencializa la genómica, si no se cambia la idea de que no hay que compartamentalizar enfermedades, sino que hay que comprender los mecanismos íntimos que comparten patologías aparentemente distintas, no habrá forma de orientar el futuro.
Si no se aprovecha al máximo la globalización de los trabajos, las nuevas tecnologías de la información y comunicación y no se tiene en cuenta, desde un primer momento, al cliente final, que es el paciente o posible pacientes, tampoco se logrará llegar a puerto.
Y todo esto es tarea imposible si no se modifica asimismo la cultura corporativa de la industria que está esclerosada seriamente. Hacen falta ejecutivos que no están anclados en los tiempos pasados, dispuestos a pilotar travesías de riesgo, con mirada estratégica que vaya más allá de cuatro o cinco años (que es la permanencia media de un top en una misma marca). Hace falta rebajar la grasa burocrática y premiar la flexibilidad aunque eso conlleve el riesgo de cometer algún que otro error. Lo dicen los de PWC, tienen razón en todo.
Fuente: El Mundo
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