El gigante farmacéutico espera aumentar su línea de innovación con nuevos fondos para la investigación biotecnológica en fase inicial.
Los presupuestos de investigación de la industria farmacéutica se están viendo reducidos y en su lugar las grandes empresas del sector están buscando apoyar start-ups biotecnológicas en su etapa inicial. Merck, Eli Lilly y GlaxoSmithKline han anunciado inversiones en este tipo de empresas durante los últimos meses.
Los gigantes farmacéuticos multinacionales están asociándose con empresas de capital de riesgo e incipientes compañías de biotecnología con la esperanza de que esto incentive su línea de desarrollo de fármacos. "Nos dirigimos hacia la innovación externa. Estamos tratando con más académicos y compañías biotecnológicas que nunca", señaló James Schaeffer, director de licencias e investigación externa en Merck Research Laboratories, durante la conferencia C21 de BioVentures en California (Estados Unidos) la semana pasada.
En abril, Merck anunció que invertiría como socio comanditario en un nuevo fondo de biotecnología de 270 millones de dólares (217 millones de euros) reunidos por Flagship Ventures, una firma con sede en Cambridge, Massachusetts (EE.UU.). Merck no elegirá las inversiones, pero asesorará a las empresas recién formadas. El dinero proviene de Merck Research Ventures Fund, un brazo estratégico de capital de riesgo de la compañía por valor de 250 millones de dólares (200 millones de euros) lanzado el pasado septiembre y dirigido a empresas que están en su etapa inicial.
En marzo, Merck anunció que invertiría hasta 90 millones de dólares (72 millones de euros) en la creación de un instituto sin fines de lucro en San Diego (EE.UU.) para traducir proyectos de investigación básica en pruebas conceptuales para un nuevo medicamento o tratamiento. De esta forma, los investigadores externos podrán aprovechar la experiencia de Merck y sus recursos de laboratorio. A cambio, ellos dan a la empresa una opción prioritaria para obtener una licencia comercial exclusiva.
Estas cantidades no son demasiado elevadas puesto que Merck gastó 7.700 millones de dólares (6.190 millones de euros) en investigación y desarrollo en 2011. No obstante, Schaeffer indica que la obtención de financiación interna para proyectos en etapa inicial es difícil hoy día. La mayor parte de esos miles de millones se destinan a promover terapias en ensayos clínicos, que están más cerca de alcanzar la aprobación regulatoria.
La iniciativa de Merck llega en un momento en que las empresas de biotecnología en etapa inicial están luchando por sobrevivir. Muchas firmas de capital de riesgo que solían alimentar a este tipo de start-ups están alejándose de inversiones de alto riesgo en el sector y se centran en compañías en etapas más avanzadas.
Hoy día, hay muy pocas empresas de capital de riesgo que inviertan en start-ups de biotecnología durante su fase inicial, y las que lo hacen buscan la participación de la industria farmacéutica lo más pronto posible. Cuanto más lejos esté de la línea de meta, más difícil es para una start-up encontrar capital en la actualidad, asegura el socio gerente de Flagship Ventures Nubar Afeyan.
Solo 10 empresas de biotecnología recibieron financiación inicial durante el primer trimestre de 2012. Esa es la cifra trimestral más baja desde 1995, según datos de Thomson Reuters de PricewaterhouseCoopers y de la Asociación Nacional de Capital de Riesgo.
Este tipo de fondos que provienen de menos de una docena de grandes empresas farmacéuticas no van a resolver el problema. Según Schaeffer: "No podemos invertir 250 millones en 150 empresas". Además, Schaeffer duda que los esfuerzos de las empresas de financiación de riesgo sean suficientes para salvar la brecha de innovación de aquellas compañías farmacéuticas con perspectivas cada vez más escasas dentro de su línea de ensayos clínicos.
En parte, esto es un círculo vicioso. La mayoría de las empresas de capital de riesgo tradicionales se están alineando para encontrar y vender activos que ya hayan avanzado hasta la etapa de ensayos clínicos. Las compañías farmacéuticas también están obligadas a buscar adquisiciones a corto plazo para sustituir los ingresos de medicamentos cuya patente haya expirado. El medicamento más vendido de Merck, por ejemplo, pierde la protección de patentes en agosto. Mientras tanto, nadie puede permitirse el lujo de financiar start-ups de alto riesgo en etapa inicial que estén a años luz de tener un producto. Y, sin embargo, sin estas start-ups, la línea [de ensayos clínicos] a largo plazo está en peligro de desaparición.
Por ahora, hay pocos indicios de que esto vaya a cambiar. El desarrollo de medicamentos para enfermedades de gran mercado como la diabetes o el alzhéimer ya no resultan una buena apuesta para los inversores de capital de riesgo con la que obtener un beneficio. "Lo que necesitamos es un mecanismo para que los capitalistas de riesgo puedan ganar dinero financiando start-ups en fase inicial", afirma Schaeffer.
Fuente: Technology Review by MIT
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