Atención consumidores: cuando los medicamentos pasan a ser de venta libre, las publicidades enfatizan los beneficios y soslayan los riesgos.
Un equipo analizó las publicidades de cuatro fármacos que dejaron de ser de venta bajo receta y halló que sólo el 11 por ciento de los avisos mencionaba los efectos adversos, comparado con el 70 por ciento de las publicidades antes de que pasaran a ser productos de venta libre.
“En muchos, muchos casos, la información sobre los riesgos desaparece de las publicidades”, dijo el doctor Jeremy Greene, de la Johns Hopkins University, en Baltimore, y autor principal del estudio. “Se pierde el compromiso de equilibrio en la promoción del producto”, agregó.
El estudio publicado en Journal of the American Medical Association fue financiado por CVS Caremark. Incluyó una muestra de 133 publicidades de televisión y diarios de Claritin (loratadina), Zyrtec (cetirizina), Xenical/Alli (orlistat) y Prilosec (omeprazol).
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) supervisa las publicidades de los fármacos de venta bajo receta y exige “un equilibrio justo” de riesgos y beneficios.
Las publicidades de los productos de venta libre las regula la Comisión Federal de Comercio (FTC, por su nombre en inglés), que no comparte ese requisito.
Greene explicó que la población tiende a asumir erróneamente que la seguridad deja de ser un problema cuando un producto pasa de la farmacia a las góndolas.
Los analgésicos comunes, como el ibuprofeno, pueden causar úlceras estomacales sangrantes y la toxicidad hepática del acetaminofeno (o paracetamol), otro analgésico de venta libre, es la consulta más común por envenenamiento en las salas de emergencia.
“Son dos ejemplos de fármacos de venta libre agrupados correctamente dentro de la esfera de la automedicación. Aun así, demuestran que los medicamentos de venta libre no carecen de riesgos”, indicó.
Los resultados coinciden con otros publicados en el 2011 por un equipo de la Facultad de Farmacia de la University of Wisconsin en Madison.
En ese estudio, sobre tres de los fármacos incluidos en el estudio de Greene, los autores habían observado que los beneficios de los productos que pasan a las góndolas superan más de cinco veces los riesgos publicitados.
“Los consumidores pueden ir a una estación de servicio o un supermercado y comprar esos fármacos sin hablar con un médico o un farmacéutico”, dijo Adrienne Faerber, coautora del estudio de 2011. “Si tienen dudas o ignoran los efectos adversos, no recibirán la información”, añadió.
El equipo de Greene halló también que los nombres genéricos suelen estar ausentes de las publicidades de los productos de venta libre.
“Ese nombre es una herramienta muy poderosa para el paciente como consumidor porque lo ayuda a reunir información científica de distintas fuentes. Nos preocupa que el consumidor no lo reciba”, manifestó.
Greene visualiza un par de soluciones, incluida la supervisión de la FDA de esas publicidades o la adhesión de la FTC al principio de “equilibrio justo”. Sea una u otra, “la solución no es enumerar más riesgos en la publicidad, sino hallar modos para comunicarlos más eficientemente”, finalizó.
Fuente: Reuters Health
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